Cualquier caudal de sincera lealtad
que los ubetenses demuestran y con el que se entregan, del que frecuenta mucho
en su historia, que dan por método de costumbre con nobleza de alma y corazón,
ha sido jamás suficiente para incumbir a los hombres singulares que brindaron y
brindan gloria y honor a Úbeda.
Por
eso que el pueblo llano, protegido por la aprobación de sus potestades, busque en sus hijos la importancia
que merecen facilitándoles el lugar que le corresponde. Porque con ineludible
igualdad, son acreedores a una muestra de esmero que resalte ante el mundo sus
decoros y cualidades, derramadas con magnificencia por la ciudad donde nacieron
o por la que se inquietaron.
Por
sus notorias hazañas, por sus humanidades; unos con el bolígrafo, en el buró,
en el estrado, en la alianza y en la violencia, por sus conquistas o
bendiciones, bien han merecido que se les siga evocando en todas las
generaciones. Hijos prestigiosos o arrogados insignes que forman el ramo de
laurel alejandrino que habrá de ser corona perdurable, símbolo y signo
inmortal. Privilegio, devoción y cariño específico de un pueblo que, para
glorificarles, les ha concedido el título de Predilectos o Adoptivos.
Juan
Pasquau fue un ubedí de índole, y reconocido por su pueblo, con esa aristocracia
y fina sensiblería que le caracteriza, Úbeda le nombra Hijo Predilecto. De
Pasquau expondríamos que todo está dicho o todo queda por decir, pues fue un
coloso.
Como
Pasquau fueron y son en la memoria Hijos Predilectos de Úbeda: Don Blas Aguilar
Alvarado, periodista, es nombrado en julio de 1924; Don Alfredo Cazaban Laguna,
cronista de la provincia, pedagogo y periodista, uno de los hombres más trascendentales
de letras en Úbeda, es nombrado en
noviembre de 1927. En Agosto de 1939, es nombrado Don Pedro Iglesias
Martínez, excautivo. En enero
de
1957, es nombrado don José Gallego-Díaz y Moreno, abogado, político, escritor y
orador. En febrero de 1995, es nombrado Don José Gámez Martínez, alcalde
socialista que fuera de la Ciudad. En el mes de Enero de 1996, es nombrado Don
Antonio Muñoz Molina, novelista y académico de la Real Academia de la Lengua
Española y en 1998 son nombrados don Andrés Moreno Siles, hombre activo,
destacando por su obra social y Semana Santera y Don Manuel Martell López, sacerdote retirado, su fina pluma le llevó a
conseguir varios premios literarios, fue consejero del Instituto de Estudios
Giennenses.
Este
fue el histórico convenio para otorgar Hijo predilecto a Juan Pasquau, cuando
sólo contaba con la edad de 50 años:
<<Dada lectura a la
instancia suscrita por destacadas personalidades de la Ciudad en que se
solicita se adopte acuerdo nombrando Hijo Predilecto de nuestra Ciudad al
Cronista de la misma, Director de la Revista <<Vbeda>> y destacado
pedagogo don Juan Pasquau Guerrero, se acuerda pase dicha instancia a informe
de la comisión de Gobernación para a tenor del Reglamento de Honores y
Distinciones se adopten los acuerdos pertinentes a tal fin>>[1].
Al
año siguiente y tras las gestiones de rigor dicen:
<<Se da cuenta del
expediente instruido a instancia de varios vecinos de esta localidad y en
cumplimiento de lo acordado por el Ayuntamiento en sesión celebrada el día 28
de mayo de 1968, para otorgar el nombramiento de <<Hijo Predilecto de la
Ciudad>> a favor de Don Juan Pasquau Guerrero.
Resultando
que en cumplimiento de lo dispuesto en las normas vigentes fue solicitada
autorización del Ministerio de la Gobernación y que transcurridos tres meses
sin recibir contestación fue presumida dicha autorización por aplicación de la
Ley de Procedimientos Administrativo, en su articulo noventa y cinco.
Resultando
que en consecuencias el Sr. Juez Instructor dispuso que se continuara la
tramitación del procedimiento, consistente en la publicación del mismo en el
Boletín Oficial de la Provincia por plazo de quince días apareciendo en la
edición de 13 de Mayo. Resultando que durante dicho plazo de audiencia no
presentó ninguna oposición y sí diversas adhesiones de relevantes personas y
entidades de la ciudad.
Considerando
que en cuanto a la forma se ha tramitado el expediente con estricta sujeción al
Reglamento Municipal y demás disposiciones y que en cuanto al fondo han quedado
plenamente acreditados los merecimientos del Sr. Pasquau Guerrero que le hacen
acreedor al título a que se refiere este expediente.
Considerando
que entre otras actividades dignas de tenerse en cuenta cabe reseñar las
siguientes: Fundación y Dirección de la Revista “Vbeda”, redacción de la
magnífica obra <<Biografía de Úbeda>>, colaboración frecuente en
diversos periódicos ABC., Jaén, SAFA, y en el Instituto de Estudios Giennenses,
amen de una extensa labor docente a lo largo de su vida, siendo en la
actualidad Cronista de la Ciudad y Archivero del Histórico de la Ciudad. Toda
esa labor supone una constante preocupación de enaltecimiento de la ciudad.
En
virtud de lo expuesto, el Ayuntamiento Pleno, con el voto favorable de todos
los asistentes que supone mayoría absoluta legal, acuerda otorgar al ilustre
hijo de Úbeda Don Juan Pasquau Guerrero el título de <<Hijo Predilecto de
la Ciudad de Úbeda>> debiéndose extenderle el correspondiente documento
acreditativo>>. Jerónimo Garvín Mesa.- José Ardoy Fraile,
secretario>>[2].
Texto De Dicho Documento
Expresado En Artístico Pergamino:
El Excmo. Ayuntamiento de Úbeda,
interpretando el sentir del vecindario y para que quede constancia de su eterno
agradecimiento, se honra concediendo el Titulo de HIJO PREDILECTO DE ÚBEDA a
DON JUAN PASQUAU GUERRERO, como público de reconocimiento de los grandes méritos
contraídos con su conducta ejemplar, reiteradamente observada en pro de los
intereses morales y materiales de esta ciudad.
En Úbeda, a 20 de Junio de 1969
El
Alcalde El
Secretario del Ayuntamiento,
J. Garvín Mesa J. Manuel Ardoy
Los actos
de este homenaje a Juan Pasquau, fueron
celebrados el día 10 de Mayo de 1970 y fueron los siguientes:
10,30 horas: Misa en Santa María
de los Reales Alcázares.
12.- horas: Entrega por el Excmo. Ayuntamiento del Título
de HIJO PREDILECTO DE ÚBEDA, en el Sa-
lón de Actos del Palacio Municipal.
14.- horas:
Comida-homenaje en el Salón de la
Caja de A-
horros de Granada.
Antes de
la entrega del título hizo uso de la palabra el Alcalde don Jerónimo Garvín
Mesa.
A la muy
numerosa afluencia a estos actos de ubetenses y de afincados de fuera de la
Ciudad, cuya relación no es posible, se
unió la adhesión por escrito (telegrama o carta) de eminentes personalidades y
amigos de Juan Pasquau.
En la
comida de homenaje, previa la lectura de adhesiones por el secretario D:
Antonio Vico, hicieron uso de la palabra el Presidente de la Comisión
Ejecutiva, D. Antonio Martínez Gallego, el Inspector de Enseñanza, D. Francisco
Gómez Barriocanal; el presbítero D. Lorenzo Charrier Valera y nuestro homenajeado Juan Pasquau.
La
comisión de honor del homenaje fue el siguiente:
Excmo. Y Rvdmo. Sr. Obispo.
Excmo. Sr. Gobernador Civil.
Iltmo. Sr. Presidente de la Excma.
Diputación Provincial.
Iltmo. Sr. Alcalde de Úbeda.
Iltmo. Sr. Juez de Primera Instancia e Instrucción.
Rvdo. Sr. Arcipestre.
ltmo. Sr.
Teniente Coronel Director de la Academia de Guardias de la Guardia
Civil.
Iltmo. Sr. Presidente del Instituto
de Estudios Giennenses.
Iltmo. Sr. Delegado Local de Bellas
Artes.
Iltma.
Sra. Directora del Instituto Nacional de Enseñanza Media <<San Juan de la
Cruz>>.
Iltmo.
Sr. Director de la Escuela Maestría Industrial.
Sr. Inspector Provincial
de Enseñanza Primaria.
Sr. Director de la
Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos.
Rvdo. Padre Rector de las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia.
Rvdo. Padre Prior del Convento de Carmelitas Descalzos.
Sr. Presidente del Instituto de Estudios Sanjuanistas.
Rvdo. Sr. D. Lorenzo Charriel Valera, Pbro.
Sr. D. José Luis Vázquez Dodero, Director de <<Editorial Prensa
Española>>, de Madrid.
Sr. Director del diario <<Jaén>>.
Sr. D. Vicente Olla, Periodista,
Sr. D. Francisco Calzado Gómez, Cronista Oficial de Andújar.
Sr. D. Lorenzo Polaino Ortega, Cronista Oficial de Cazorla.
Sr. D. Enrique Mota Vela, Cronista Oficial de Santisteban del Puerto.
Sr. D. Miguel Hueta Vivo.
Sr. D. Lorenzo Lechuga Vegara.
Sr. D. José Molina Hipólito.
Sr. D. Julio Corzo León.
Sr. D. Natalio Rivas Sabater.
La
comisión ejecutiva del citado homenaje estaba constituida por los siguientes
señores:
Presidente:
D. Antonio Martínez Gallego.
Vocales:
Rvdo. Padre Director de las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia.
Rvdo. Padre Director del Colegio Salesiano <Santo Domingo Savio>.
Rvdo. Sr. Manuel Martell López, Pbro.
Srta. Dolores Chicharro López.
D. Manuel García Tejada.
D. Lisardo Torres Torres.
D. Pedro Bellón Sola.
D. Juan Bellón Bellón.
D. Baltasar Muñoz Lara.
D. Joaquín Palacín Lope.
D. Antonio Del Castillo Vico.
Secretario:
D.
Antonio Vico Hidalgo.
Como
ya queda dicho, en el Salón de Actos del Excelentísimo Ayuntamiento, verificado
por el Señor Alcalde Garvin Mesa, hace la entrega de <<Hijo Predilecto de
Úbeda>> y del pergamino correspondiente, Juan Pasquau de 52 años de edad
pronuncia estas palabras:
Excelentísimo Ayuntamiento,
Ilustrísimo
Sr. Alcalde,
Autoridades
y representaciones,
Señoras
y señores:
Yo
no sé si estoy, como suele decirse en estos casos, <<visiblemente
emocionado>>. Creo que si. No tengo que exponer la causa. Pero es
obligado que pronuncie unas palabras. Temo no ser breve...
La
verdad es que la ocasión requeriría un largo examen. Cierto que mi palabra es
corta. Sin embargo, es un día de paradojas. Que quien tiene la elocuencia
escasa se atreva a un discurso, no será sino una paradoja más. Una paradoja que
añadir a la que supone que Úbeda –ciudad que camina hacia metas de
industrialización- elija como hijo predilecto a un hombre tan torpe para la técnica,
tan ajeno a la mecánica y a la máquina, tan desmanualizado (y salga la palabra)
como yo; hombre de quien todo el mundo sabe jamás, a lo largo de su existencia,
ha logrado atar bien –lo que se dice bien— las cuerdas de un paquete. Y que,
como es público y notorio, no siempre atina a la hora de ajustarse los cordones
de los zapatos. ¿Cómo ahora, precisamente ahora, en pleno auge de la sociedad
de consumo, esta Ciudad me honra, y distingue a mi que ni sé conducir un coche,
ni espero lograr saber conducir jamás?
<<Cosas
verdes, oh Mío Cid>>..., etc. La verdad, ilustres autoridades, amigos
míos, paisanos queridísimos, es que he pensado, he meditado en más de una
ocasión acerca de los motivos que os impulsaron a hacerme esta distinción.
¿Cómo no voy a agradecerla ardientemente, emocionadamente? Pero yo, a pesar de
todo lo bueno que de mi decís, estoy al tanto de mis cosas; yo me conozco a mi
mismo más que nadie. Y escarbando en mi vida veo más bien cardos que flores.
¿Cuántos motivos tenemos para ser olvidados? Escribía Honorato de Balzac.
Cuántos motivos existen para que me borréis de la lista. Sin embargo, me ponéis
en los primeros lugares. El hecho me recuerda el caso de esos alumnos de la
clase que andan por la cola y que, de súbito, por chiripa, por un acierto
esporádico, suben un momento a codearse con los mejore... ¿Qué ha sucedido?
Pero
me he dicho a mi mismo: Calma, amigo mío; ten en cuenta que en Úbeda, al
hacerle hijo predilecto, no intenta reconocer en ti una supuesta inteligencia,
unas supuestas virtudes, unas dotes morales, si bien. Si así fuere, está claro
que engañarías y te engañaras aceptando. Piensa que se te recompensa, no por
ser mas bueno, más talentudo o más trabajador, sino por tu amor, por tu cariño
encendido a tu pueblo.
Y
bien, ante esta réplica, ante este razonamiento, ante este argumento que a mi
mismo me hago, yo me rindo y digo: Efectivamente, si lo que se intenta ensalzar
es el amor a Úbeda, yo declaro que muchos, seguramente, me igualan de
intensidad de tal cariño. Pero espero que ninguno de los presentes me contradigan
si afirmo que nadie, nadie, es capaz de superarme en este aspecto. Yo amo a
Dios sobre toda las cosas y a Úbeda como a mi mismo.
Pero
hay más. Dado el caso de que a mi me viene ancho este homenaje, me queda el
recurso de una transferencia. Precisamente mi sangre, y mi alma y mis ideas,
están clamando en este instante por esa transferencia. ¿A quién, cercano,
cercanísimo a mí, endoso yo estos honores? Tengo a quien hacerlo, por fortuna.
Tengo a quien decirle: Toma me caen holgados estos elogios, pero las amplias
sisas de este privilegio que me otorgan, te ceñirían a ti cumplidamente. Bien
ves que estos pliegues con que se me abruma, no son a mi medida, sino a la tuya. Señores, ¡si!, yo digo en estos
momentos tales palabras a mi padre; a mi padre que hace treinta y nueve años
que disfruta la paz del Señor; a mi padre
que dio a Úbeda, en su tiempo, el numerario de su ciencia –varias
generaciones de estudiantes de física y
química--, el alud de su bondad y el regalo de su inteligencia política.
Alcalde constitucional de Úbeda con anterioridad a los años de la Dictadura,
político cristiano de avanzadilla mucho antes de la dialéctica post-conciliar levantase su bandera, él, yo
quiero creerlo así, es el genuino destinatario de este honor. Porque estoy
seguro de que en el ánimo de varios de
los propulsores, animadores, iniciadores del proceso que hoy a favor mío se
consuma, late el recuerdo en estos momentos de otro Juan Pasquau, infinitamente
más Juan que yo, más Pasquau que yo, y a quien sin embargo el pueblo no acertó
a saldarle en su día la deuda que hoy, eso sí, en su hijo queda más que amortizada.
Perdonadme,
pero al decir Pasquau –repito que el gran favor que se me hace quiero
declinarlo en mi apellido—deseo rememorar tiempos más lejanos, ni si quiera
conocidos personalmente por mí. A mayor abundamiento, otra persona de mi
estirpe llena los huecos que la mía no puede llenar. Es mi abuelo, es el padre de mi padre, Antonio Pasquau
González de Castañeda, Alcalde también en Úbeda, allá por los terribles años
del hambre de 1866 y 1867... Bien veo la evocación es demasiado antigua, pero
la magnitud de la generosidad de mi antecesor impide el avellanamiento del recuerdo.
Pues bien, la prosa necesariamente fría de las actas municipales de entonces se
eriza de un escalofrío emocional cuando registra el hecho de cómo el buen
Alcalde, a costa de su pecunio personal, solucionó el hambre y la crisis
económica de nuestro pueblo en aquella ocasión; de tal forma que Antonio
Pasquau González de Castañeda, muy probablemente como consecuencia de cristiano
gesto, casi no pudo legar a sus hijos otra cosa distinta de su apellido. Los
documentos municipales -repito- reflejan
la grandeza, dramática en verdad, del suceso. Como agradecimiento, el Ayuntamiento
de aquellos días acuerda que el retrato de Antonio Pasquau penda para siempre
de las paredes de uno de sus salones... Avatares de política agitada de siempre
obstaculizaron que se llevase a efecto el acuerdo... Avatares de la política
agitada de siempre obstacularizaron que se llevase a efecto el acuerdo... ¿Es
mucho pedir, sin embargo, hoy, ya que dar cumplimiento a aquel acuerdo
municipal no es posible, conseguir, en cambio, que a la calle que lleva su
nombre se le reponga el rótulo correspondiente? Afortunadamente ningún Ayuntamiento,
ni en la Monarquía, ni en la República, ni en la España del Movimiento, cambió
el nombre de Antonio Pasquau González de Castañeda a esta calle. Pero el hecho
es que destruido el rótulo, creo que incidentalmente a causa de nuevas
edificaciones, aún no ha sido repuesto.
Vuelvo
a pedir que me perdonéis estos desahogos entrañables. Yo transfiero también
este honor que tenéis la generosidad de concederme a todos los miembros de la
familia Pasquau y de la familia Guerrero, a mis hermanos y primos, parientes
cercanos y lejanos, vivos y muertos, presentes y ausentes. Y, por supuesto, a
mi mujer, a Rosa, que todos sabéis que es una Pasquau más, una ubetense más; y
que, por estar tan cerca de mi vida, no hay nada mío que pueda serle ajeno. Más
bien ella, con su sensibilidad, con su fervor, con su inteligencia amorosa, ha
sabido cultivar, después de mi lloradísima madre, la tierra dura, yerma,
difícil, del más agestre de los Pasquau. Y ha traído al mundo, para perpetuación
del apellido tres Pasquau varones más.
Y
todavía es urgente que añada que transfiero este homenaje a Úbeda y a todos sus
habitantes, porque ella y ellos modelaron mi temperamento, inspiraron mis
propósitos mejores y constituyen la musa perenne de mi pensar y de mi sentir.
* *
*
Sin
embargo, la entrega personal del título de hijo predilecto de Úbeda, me obliga
a mucho. No basta que yo ahora, aquí, exprese mi gratitud ferviente al
Excelentísimo Ayuntamiento que me concede este honor, al magnífico Alcalde,
ubetensista cien por cien, Don Jerónimo Garvín, mi buen amigo, mi siempre
amigo, cuyas palabras que acaba de dirigir me conmueven hondamente... No basta
que yo diga ¡gracias! a los eminentes señores que componen la Comisión de Honor
y que potencian y prestigian en grado sobresaliente esta celebración. No basta
con el testimonio de mi cordialísimo veneración a Don Lorenzo Charriel, el buen
presbítero en cuya sabia madurez se cuajan virtudes, serenidades y añoranzas,
reclutador primero de esta movilización ubetense en honra mía. No basta con mi
abrazo a los estupendos amigos, abnegados e incansables de la Comisión
Ejecutiva, con Antonio Martínez Gallego –más que compañero mío, maestro y
orientador mío—al frente, y con Antonio Vico –testigo de excepción de todas las
nobles empresas de Úbeda y entrañabilísimo cofrade—como insustituible secretario.
No basta mi recuerdo emocionado a otros inolvidables amigos ya ausentes, ya
arribados a la otra orilla –José Antonio Fernández Pastor, cuya memoria a todos
pone un punto de zozobra en el ánimo--, José Antonio Fernández Pastor, Juan de
Dios Peñas Bellón, Juan Martínez de Úbeda, Antonio Castillo Vegara, Pedro Sola,
Ramón Martos, todos los muertos en mi vivos, cuyos estímulos, cuyos alientos,
constituyeron parte decisiva en mi labor de enalcimiento a Úbeda. Ni es suficiente mi afección
fraternal al Magisterio, del que me honro en formar parte, a mi Inspector y a
mis Inspectores, a los Directores Escolares y Maestros, compañeros todos; ni mi
gratitud al claustro de la Escuela de Artes y Oficios, a cuyo profesorado
también me honro en pertenecer, y cuyo Director, el ubetensísimo Manolo
Fuentes, nos ofreció generosamente tiempo y espacio para lo conversación, el
condumio y la hermandad. (Pero se nos puso Mayo en contra, por lo que los
restantes actos los celebraremos en el salón de la Caja de Ahorros cedido
igualmente por la generosidad de Pedro Almagro)... No basta, no, que emocionadamente
prosiga enumerando mi reconocimiento al Instituto de Estudios Sanjuanistas, a
los Cronistas Oficiales de la Provincia, a las delegaciones de Bellas Artes de
Baeza y Úbeda, a los Centros docentes de la Ciudad; a las Escuelas
Profesionales de la Sagrada Familia, siempre en lo más profundo de mi espíritu,
que tan definitivamente troquelaron mi formación humana y mi formación
profesional, y a las que sigo vehementemente vinculado. Como mi reconocimiento,
asimismo al Instituto de Enseñanza Media, Colegio Salesiano, Escuela de
Maestría Industria, Comunidad de Carmelitas Descalzos, Academia de la Guardia
Civil, cuyas representaciones y adhesiones me enaltecen sobremanera... Pero no
es suficiente, tampoco, que en este momento sentidísimo mi gratitud dirija con
renovado ímpetu sus flechas al Instituto de Estudios Gienenses y a su ilustre
Director y destacados Consejeros presentes. En todas las direcciones encuentro
amigos y motivos.¿Cómo voy a poder olvidar, amigo Director de <Jaén>,
agradecidísimo por tu fino artículo publicado ayer, que tu diario acogió casi
en mi adolescencia mis primeros ensayos literarios y sigue siendo hasta
ahora el principal vehículo de mis ideas
de mis opiniones? Y a <<Prensa Española>>, cuya adhesión a estos
actos tanto significa. Y al periódico <<Así>>, cuyo último
editorial me ensoroja. Y, ¿cómo no mentaros aquí, hermanos de la Cofradía de
Jesús Nazareno, que hoy me acompañáis y que todos juntos acompañamos en la morada
mañana del Viernes Santo a nuestro divino titular? Y sin embargo, aunque uno a
uno os nombre, amigos de la infancia, amigos de mi familia, amigos del
bachillerato, amigos de la profesión y de la tarea, amigos periodistas; Hueta
Vivo, tú que tan cariñosamente has visto en mis trabajos el espíritu de Úbeda,
Moreno Bravo, Carmen Bermúdez...; amigos de la revista
<<Úbeda>>--Parra, Puyol, Rodríguez del Rincón, López Muela-, que si
feneció, me unió para siempre al eje Pedro Bellón-Juan Bellón; aunque a todos ,
digo, os nombre y os abrace; y con todos, profesionales destacadísimos que me
abrumáis con vuestra asistencia, ubetenses y no ubetenses, comprovincianos y
residentes en otras provincias (que me concedéis un doble obsequio con vuestro
desplazamiento); aunque con todos
comparta la alegría e incluso las lágrimas de este acto, no basta,
insisto. Es necesario por mi parte algo
más. Yo tengo que responder con un ofrecimiento tangible y concreto.
Pero
me conocéis. No soy hombre activo. Soy mejor un contemplativo que recibe desde
lejos la onda luminosa de nuestro padre y maestro San Juan de la Cruz, el padre
y maestro de Úbeda. Por eso, mi agradecimiento a la Ciudad, en esta ocasión
como en todas, no puede plasmarse sino en palabras escritas. Si me concede Dios
su asistencia, pues, yo prometo escribir un libro sobre un libro en el que se
refleje, no la biografía, el arte, la historia de nuestro pueblo, que ya está
sino el espíritu de la Ciudad. Espíritu trasladado a una obra que pretenderá
recoger un pensamiento y una ideología: el pensamiento y la ideología que
demanda la fisonomía de Úbeda. Úbeda
-todos lo advertimos- está plantada a la entrada casi de Andalucía, como
un imperativo. Su estilo, su carácter, no son para el Museo. Al contrario,
Úbeda postula ardientemente –quizá contra viento y marea- una fidelidad indeclinable
a ciertos principios, a ciertas normas,
que el viento no se puede llevar. Úbeda es un mástil de espiritualidad serena
frente a todos los oleajes. Pues bien, quien tiene el honor de dirigirse a
vosotros, al advertirse impregnado, bañado, por la influencia física y
metafísica de Úbeda, desea contribuir modestamente con su libro de ensayo a la
diafanización de un ambiente confuso, hoy dominante, en el que los perfiles de
la verdad se borran, y los tintes –más
que los colores- mixtificados y sostificados se prodigan. Yo tengo una
concepción cristiana del mundo. Mi familia y mi pueblo me la han dado. Yo creo
firmemente en Dios, y espero seguir creyendo en Él, aún cuando llegue el
tiempo, por desgracia no lejano, pero por fortuna efímero (porque todo pasa),
en el que el hecho de creer en Dios constituya la máxima de las audacias. Pero
yo no creo en un Dios delincuente y sin figura, en el dios evolucionado, en el
dios perdido, entre la niebla, que nos proponen ciertas sectas que empiezan a
tener éxito entre ciertos cristianos. Yo creo en el Dios presente, personal,
trascendente, de la Biblia y de los Evangelios. En el Dios del Sinaí –de los
Mandamientos- que, naturalmente, es el Dios del Gólgota, el del Amor. Yo
confieso paladinamente mi fe en la Iglesia de Roma, mi obediencia al magisterio
eclesial. Y esta fe firme y sentida me da derecho luego a profesar no pocos
escepticismos. Porque creer en lo que permanece, resulta y es un aval contra la
credulidad hacia las cosas fugitivas que constituyen casi todo lo demás. La fe
en Dios es preservativo frente a mil sumisiones fugaces, frente a mil
servidumbres falaces. Por ejemplo, ciertas convicciones mías me libran de una
enojosa fidelidad incondicional al filósofo de moda, al teólogo de moda, al
político de moda, al artista de moda, al cantante de moda y a la moda de moda.
Solo la fe nos hace libres... Quiero decir con esto –y basta al buen
entendedor- que el libro de pensamiento, ideológico, que con la ayuda de Dios
me propongo, en el que ya trabajo, intentará llamar a cada cosa por su nombre.
No
puede ser de otra manera, si es que quiero dedicarlo a Úbeda, ciudad que sabe
peinar tormentas, ciudad en que se conjugan temblores góticos y euritmias
renacentistas; ciudad que se agrupan en lo alto de la Loma como una votiva
ofrenda a la Verdad; pueblo para siempre perfumado por la palabra y sandalia de
San Juan de la Cruz. San Juan de la Cruz, profesional, sí, de la noche oscura;
pero gustador impenitente de los zumos de la vida íntima, de la bodega
interior.
Y
nada más. Otra vez mi agradecimiento profundo y mi abrazo emocionado a todos. [3]
Cuatro
días después del acto de homenaje a nuestro personaje, el catorce de mayo, don
Manuel Fernández Peña alcanzaría el alto honor de dirigir nuestro Ayuntamiento
como Alcalde del mismo.
En el
mismo año de 1970 Juan Pasquau publica el libro Dos Temas de Úbeda, editado con motivo de la distinción de
“Hijo Predilecto de Úbeda”, de su trabajo en prosa Comentario a San Juan de la
Cruz y también a su trabajo Úbeda
monumental y turística. Fue impresa en
Grafitálica, Sevilla y consta de 93 páginas. De este trabajo se han hecho
ediciones posteriores:
--- Un
Santo, una ciudad (San Juan de la Cruz y Úbeda). Reedición del trabajo
anterior. Incluye una “Introducción” de Guillermo Sena Medina. En las
contracubiertas representa “Úbeda quedó
en manos de Juan Pablo II”, de Pilar Ogayar, donde se recoge la noticia de la
entrega de esta obra al Papa por parte de la esposa del autor, Rosa Liaño, con
motivo de la visita de un grupo de ubetenses el dos de abril de 1980. Este trabajo es editado en los talleres de
Gráficas Ramírez de La Carolina en 1991 por el obispado de Jaén y consta de
cuarenta y ocho páginas.
En 1971
propaga el trabajo, Cobos, Secretario
del Emperador, este mismo trabajo, aparece en las páginas 143 a 148
correspondientes al Boletín del Instituto de Estudios Giennenses V, núm. 17
publicado en 1958.
JUAN PASQUAU ERA AMIGO DE MI PADRE.
ResponderEliminarPERO ES QUE FUE AMIGO MIO.
EN MIS AÑOS DE UBETENSE Y RESPIROS...JUAN PASQUAU Y YO, PASEABAMOS POR LOS ALREDEDORES E INTERIORES DE LA UBDABZA, MAS LLANA E INEXPLICABLE.
ANTONIO MARTINEZ DE UBEDA
SONETO A JUAN PASQUAU
ResponderEliminarMIS NUEVE AÑOS Y CON CARTAS UBETENSES
Y ARTÍCULOS DE PERIÓDICOS CORTADOS,
RECUERDOS QUE MARCABAN INSULADOS
POR LOS DECIRES DE AMIGOS JIENNENSES.
Y EMPECÉ A PENSAR SOBRE LOS REVESES
DE LA VIDA, PRONTO A SUEÑOS ATADOS
GOLPEANDO EXISTENCIA DE NIÑO A LIADOS
DESTINOS,DÍAS QUE SE HACÍAN MESES.
Y LARGA CARTA DE PASQUAU, AL AMIGO
MUERTO, QUE MARCHA A LOS VUELOS ETERNOS,
DESDE DONDE A ÚBEDA GOTEA SINCERO
ECO. Y QUIEN CONSEJERO FUÉ CONMIGO,
DIÓ AMISTAD SIN ADULACIÓN. TIERNOS
VERSOS, PARA DON JUAN PASQUAU GUERRERO.
ANTONIO MARTINEZ DE UBEDA
A DON JUAN PASQUAU, GRAN AMIGO DE MI PADRE.
AÑO DE 2013