(2018) I CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE JUAN PASQUAU

(2018) I CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE JUAN PASQUAU
CENTENARIO DE JUAN PASQUAU

lunes, 29 de enero de 2018

El Nacimiento A La Eternidad De Juan Pasquau.

El Nacimiento A La Eternidad De Juan Pasquau.

“El estilo gótico tiene como un deseo de verticalidad. Traduce en la piedra un anhelo místico, de elevación, de aspiración a lo divino”
“¿Esa túnica? – Será mi vestido para la entrada en el Reino sin fin, sus pliegues se aquietaran definitivamente en el arca anónima que guardara mi rigidez yerta”
Juan Pasquau (Anselmo de Esponera).

D
ía 10 de junio de 1978 –festividad de San Timoteo-, la monumental ciudad de Úbeda, amaneció como un día cualquiera. Ese día se inaugura en la ciudad, el Museo-Biblioteca San Juanista. El Museo, partiendo de los objetos que ya poseía la Comunidad de Carmelitas Descalzos de Úbeda y que pertenecieron a San Juan de la Cruz, recoge, guarda y exhibe todas aquellas cosas relacionadas con el Santo que, aparte de las que datan de aquella época, van surgiendo y siendo donadas a los carmelitas, con la idea de que el visitante  y estudioso se sitúe mejor en este ambiente y  comprenda más íntimamente su figura y captar más fácilmente su mensaje.
            Este Museo- Biblioteca Sanjuanista de Úbeda, está instalado en el  Convento de los PP. Carmelitas Descalzos, teniendo su ingreso, por una puerta adintelada orientada a Poniente, por la que el 28 de septiembre de 1591 entrase enfermo San  Juan de la Cruz. Don Manuel Fernández Peña tuvo mucho que ver en lo económico para que el museo fuese una realidad.
            Si el día empezaba bien, para la historia de Úbeda, este Sábado terminó mal para la misma, ya que en Madrid muere don Juan Pasquau de sesenta años de edad, tras sufrir una larga enfermedad, en la planta segunda, cama 239 de la Clínica Puerta de Hierro.
            Por tal motivo el diario Jaén, para el dominical día 11 de junio dedica varias páginas con artículos de varios colaboradores y amigos, al ilustre escritor fallecido:

            ... Ha Muerto Juan Pasquau.
            Nos ha dejado anonadados. A pesar de que lo sentíamos inminente. Juan Pasquau, el maestro, el escritor, el amigo, llevaba ya muchos días haciendo saber su valía también a la muerte. Sin arrogancia, porque él fue siempre grande por humilde; pero sin temor, porque él fue siempre noble por su bondad. Y la ha afrontado como correspondía: Con la amistad trascendente de quien sabe que esa muerte de es Vida, con la pluma de su vida trazando los párrafos más sublimes de su definitivo artículo, con la maestría que da el dominio del más profundo saber.
            Pero de todas formas, aunque esperábamos la terrible noticia porque día a día, pulso a pulso, fuimos sabiendo de su irse para mejor, y permanentemente, quedarse entre nosotros con su eterno recuerdo, hemos quedado anonadados tras la noticia de su muerte. Y le lloramos. Con el más sincero afecto. Con la más íntima pena. Sabedores de que para nosotros su pérdida en el latido de papel de nuestras páginas es grande e irreparable.
            Grande e irreparable pérdida para todos nosotros. No sólo para cuantos al hilo de este vínculo que constituye la Redacción, que tiene sobre si el penoso deber de plasmar la expresión del pensamiento y del dolor que nos aflige. También, para nuestros hombres de Talleres y de Administración; estamos seguros. Por algo el nombre de Juan Pasquau ha sido siempre mencionado entre nosotros, escrito y repetido, con un cabal sentido de admiración y de respeto; pero, sobre todo, de cariño. Las páginas de <<Jaén>> se honraron siempre, durante muchos años, en estos 37 de vida de nuestro periódico, de contar orgullosamente con la colaboración de su pluma, una de las más preciadas y leídas –nos consta- por nuestros lectores. Por lo tanto, grande e irreparable es su pérdida para todos.
            Mas nos queda un consuelo; ya lo decíamos. El de su recuerdo. El de su lección permanente de ser, de pensar y de escribir. Inequívoco trazo. Ejemplar decir. Evocación de hermosa amistad. Consuelo al que se une otra conformidad suprema de lo trascendente. Para cuantos alimentamos la seguridad de que desde hoy mismo, Juan Pasquau, maestro, escritor y biógrafo de Úbeda, estará ya escribiendo crónicas eternas de una Úbeda infinita, artículos de una inmensidad de azules sin límites y ensayos de la más profunda convicción filosófica, con la pluma iluminada por la luz directa de la Omnipotencia y la Verdad...[1]
           
            Pasemos a los párrafos en cortesía a nuestro ilustre personaje, que se divulgaron en este número del Diario Jaén:
            ...UBEDA DOLORIDA.
            La noticia ha llegado a Úbeda a primeras horas de la tarde. Al irse conociendo poco a poco, transmitida por voces doloridas, apesadumbradas, acongojadas, ha ido trascendiendo cada vez con más prontitud, hasta calar el corazón de miles y miles de ubetenses.
            La ciudad ha ido paulatinamente adentrándose en el más profundo de los dolores. Había conocido la muerte del hombre que más bellamente la había cantado al mundo entero. Durante el transcurso de toda la tarde, en la calle y en cualquier rincón de la ciudad, sólo se comentaba triste nueva: Ha muerto Juan Pasquau. Nos hemos dirigido, en información de urgencia, a personas que por una u otras causas ha estado verdaderamente vinculadas con el gran ubetense muerto, para que tuvieran a bien la amabilidad de definirnos a Juan Pasquau. ¡Nada menos a Juan Pasquau! He aquí algunas opiniones.
            “Juan Pasquau era maestro ante todo y profesional auténtico. Creyente sincero, que emanaba cristianismo a través de su personalidad. Ubetense de categoría A y pregonero de nuestra tierra, deja en Úbeda una estela que durará siempre. Será difícil respirar en ubetense sin contar con sus enseñanzas”[2].
            “creo que con decir que Juan Pasquau era MAESTRO (con mayúsculas) está dicho todo. Era un maestro que educaba instruyendo. Los que hemos tenido la dicha de colaborar con él en la enseñanza, hemos aprendido muchas cosas. Su delicadeza exquisita, su humildad, su sencillez... Creo que estará siempre presente entre los compañeros. Era un hombre de una extraordinaria claridad de ideas, de criterios firmes, de una profunda formación cristiana. Personalmente creo que ha creado escuela entre sus amigos. De forma particular estoy convencido de que ha influido ventajosamente en mi vida. Fue mi maestro, y hoy, como compañero profesional, he estado muy vinculado a él aprendiendo prácticamente todo lo que sé”[3]

“sufro intensamente al tener que hablar en estos momentos de Juan Pasquau. Tan intensamente como hubiera gozado si hubiera tenido que hacerlo cuando disfrutaba él de plena salud. Pero ahora nuestro ha muerto. Parece inconcebible, pero es así, aunque ha nacido con ello para el cielo, donde sin duda estará. Se lo ha merecido a pleno rendimiento y sin demora. Juan Pasquau,  mi primero y mejor amigo, Juan Pasquau el hombre esencialmente bueno y cristiano, el hombre esencialmente ubetense, el mejor pensador, literario y escritor con que ha contado Úbeda en lo que va de siglo y no sé si el anteriormente también. Su pluma, la mejor defensa de Úbeda y aun fuera de ella, y de la Iglesia y de la fe católica. La que mejor cantó las glorias, las bellezas y las tradiciones de Úbeda. La que mejor enjuicio siempre Úbeda. Ha muerto nuestro amigo. Luto en las entrañas de Úbeda a la que amó con amor ejemplar, con amor mitad por mitad de corazón y de intelecto”[4]

“Ha muerto Juan Pasquau. Una nueva sonrisa se pasea  por el Cielo. Un sábado, como cuando nuestro santo ubetense, se ha ido a visitar a su amigo, el Señor. Así es como mueren  -¡no!, cómo nacen, los hombres buenos. Y Juan lo era. A esa hora del <<encuentro>>, sin saber la noticia, lo evocaba yo con un amigo común. El sonreiría desde lo alto y nos dedicaría un leve gesto de disculpa.  Hoy las piedras de Úbeda, ¡y sus amigos!, estamos llorando: Juan no es reemplazable”.[5]


            “Podemos definir de forma diciendo de él que ha sido el hombre que ha sabido hacer poesía de las centenarias piedras que componen la ciudad, y de su historia, que la ha cantado con la más bella forma poética y que será su paso por ella, un recuerdo imperecedero en nuestras vidas como ciudadanos ubetenses, y también será un verdadero ejemplo de cómo debe amarse a un pueblo”[6]


            “Cuando el corazón no ha tomado su marcha normal estremecido al conocer la triste noticia del fallecimiento de nuestro amigo Juan Pasquau, del que aún conociendo su gravedad nunca se hace uno a la idea de su desaparición, me pides unos renglones de sus recuerdos y se me ocurre, dejando a un lado su personalidad, como escritor que otros se encargarán de matizar hablar de su labor docente, quizás la más callada, la más íntima, la faceta menos conocida ya que sus años de docencia han servido para formar íntegramente a muchos alumnos. Habrá también que resaltar de forma particular, sus virtudes humanas que unidas a su perfecta y cumplida formación religiosa nos dan un prototipo de hombre íntegro, ejemplar padre profundo en sus conceptos, compresión para el momento histórico que le ha tocado vivir. Esto es cuanto se me ocurre sobre su personalidad. Pido sobre todo a Dios por el eterno descanso de su alma y para que su esposa e hijos tengan la resignación cristiana necesaria para sobrellevar tan dura prueba”.[7]

            Después de las opiniones expresadas por ilustres personajes con motivo del fallecimiento de nuestro humanista personaje, platiquemos sobre  aquel triste acaecimiento.

            Úbeda Despide A Su Gran Humanista E Hijo Predilecto, Juan Pasquau.
           
            Una profunda conmoción causó tal fallecimiento en nuestra ciudad de Úbeda, y podemos añadir que de la misma manera conmocionó a toda la provincia. La muerte de este ilustre ubetense don Juan Pasquau Guerrero, se produjo tras una larga y dificultosa enfermedad, que resultó  irreversible,  y que don Juan Pasquau sobrellevó en todo momento con ejemplar y admirable fortaleza de ánimo. Primero en Úbeda y luego durante su internamiento en la Clínica Puerta de Hierro, de Madrid, el ilustre enfermo dio en todo momento testimonio de su serenidad y de la grandeza de su alma. Su defunción, no por sospechada, nos resulta menos sentida.  Afirmar que Úbeda, toda la provincia de Jaén, le  lloró en esos momentos.

            Un Desfile Interminable Ante La Capilla Ardiente De Juan Pasquau.

           
            Aquel enlutado día después de las ocho de la tarde quedó instalada, en la Cripta del Palacio Municipal[8], la capilla ardiente donde comenzaron a llegar infinidad de ubetenses para rendir su emocionado homenaje a  don Juan Pasquau Guerrero, hijo predilecto de la ciudad. El Ayuntamiento manifestó su profundo pesar a la esposa, doña Rosa Liaño, y a sus hijos, Juan, Francisco y Miguel Pasquau Liaño[9] y demás familiares.
            Amigos íntimos de Madrid, de Granada, de Jaén, de toda la provincia y llegados de La Coruña, Valladolid y otros puntos se unieron con los ubetenses a la hora del entierro. El funeral de entierro tuvo lugar al día siguiente, domingo día once, a las una de la tarde, en la iglesia parroquial de San Isidoro. Antes de la salida del cadáver del Ayuntamiento, el alcalde de la ciudad, señor Almagro Ruiz, impuso sobre el ataúd el emblema de oro de Úbeda.
Este renacentista templo, se encontraba repleto de gente, cuando llegó la comitiva fúnebre, siendo oficiada la misa de <corpus insepulto> por el párroco y arcipestre de Úbeda, don Antonio Ruiz Sánchez, concelebrada con nueve sacerdotes más, jesuitas, carmelitas, salesianos y clero secular.
En la breve homilía pronunciada por el arcipreste, trazó muy admirablemente los principales rasgos cristianos y humanos del fallecido, sobre todo, dijo, por esa maravillosa lección de fe que nos había sabido dar a lo largo de su ejemplar  vida.
Fue el cadáver del cronista oficial de Úbeda llevado a hombros por sus compañeros de Magisterio, apareciendo el féretro envuelto en el <pendón> de la Cofradía de Jesús Nazareno, y sobre el mismo un ramo de claveles ofrecido por los corresponsales de Prensa, Radio y Televisión. 
Coronas de flores naturales llevadas por niños y niñas, del Ayuntamiento, familiares, Cofradía de Jesús, revista <Úbeda>, Escuela de Artes y Oficios Artísticos y de los colegios nacionales General Franco, General Saro, Santísima Trinidad, Virgen de Guadalupe y otros. Tras el cadáver del Señor Pasquau Guerrero el gallardete de la Hermandad de Jesús, junto a varios hermanos; tras ellos la esposa, hijos, familiares, amigos y Corporación en Pleno del Ayuntamiento bajo mazas, y una nutrida representación, destacando numerosas autoridades locales, altos representantes  del Magisterio provincial, profesionales del periodismo de Jaén y de toda la provincia.
Seguidamente sus restos mortales son trasladados al cementerio municipal de San Ginés “vestido de morado[10] para la entrada al Reino sin fin” como el predijera.

             
             









 





[1]              †Pedro Morales. (Director en esas fechas del Diario Jaén).
[2]              José Luis Latorre Bonachera (exalumno, expresidente de la Unión de Cofradías y  actual director del Museo Arqueológico de la ciudad).
[3]              Eusebio Campos Jimeno (compañero, exalumno, profesor y expresidente de la Agrupación de Cofradías de Semana Santa).
[4]              Antonio Vico Hidalgo (amigo íntimo desde la juventud, compañero en las tareas directivas y hermano de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno).
[5]              †Manuel Fernández Peña. (Ex –alcalde y personaje ilustre de Úbeda).
[6]              †Francisco Almagro Ruiz.(Ex –alcalde de la Muy Leal Ciudad de Úbeda).
[7]              †Manuel Fuentes Garayalde (Amigo y compañero en las tareas docentes).
[8]              Actual museo del Renacimiento MAR, anteriormente Museo de Alfarería.
[9]              Magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía. Profesor universitario de la Facultad de Derecho de Granada, jurista y escritor nacido en Úbeda y residente en Granada. Colaborador en revistas y periódicos. Ha publicado el libro. Relatos de la mente.(Úbeda, 1984).
[10]             Vestido con el traje de Estatutos de su cofradía querida la de “Nuestro Padre Jesús Nazareno”.

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